«El baile del cerebro: Descifrando los pasos de la ansiedad»
Cómo no podía ser de otra manera, estando la ansiedad tan presente en nuestras vidas, y siendo uno de los problemas más frecuentes en las consultas de psicología, es mi deber dedicarle este segundo post a ella. Según el Ministerio de Sanidad, la ansiedad es el problema de salud más frecuente entre los españoles, afectando 6,7% de la población según las últimas estadísticas de atención primaria.
Este dato no es representativo de la realidad, ya que un alto porcentaje de personas acude directamente a la consulta privada, o no ha pedido ayuda. Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si tenemos en cuenta signos y síntomas de ansiedad que no cumplen con un cuadro clínico hablamos del 10,7% de la población. Y es que, el que nunca haya sentido ansiedad en alguna de sus formas, manifestaciones, o intensidad, que tire la primera piedra.
¿Qué pasa en mi mente cuándo aparece la ansiedad?
Hoy hablaremos de la ansiedad imaginándonos un baile, cada cual que elija el género que prefiera. En el escenario tenemos a nuestro cerebro, él se convierte en un apasionado bailarín, que va ejecutando una coreografía de pensamientos que, en ocasiones, se transforma en un vertiginoso baile que llamaremos ansiedad. Como directores y protagonistas de esta representación única, es esencial comprender los movimientos de esta danza para recuperar el control.
Visualiza al cerebro como un hábil bailarín de salón, deslizándose por la pista mental con gracia y seguridad. Sin embargo, cuando la ansiedad aparece entre los compases, los giros se vuelven más intensos, los pasos se complican y los pensamientos danzan en espirales incontrolables, como si pasásemos del vals al reggaetón. En el epicentro de este baile caótico se encuentra la amígdala, la estrella principal que interpreta el papel de las emociones.
Ella eleva la intensidad de la música, desencadenando una respuesta de alerta a todos los allí presentes. Los pensamientos se vuelven obsesivos, como pasos que se repiten incansablemente, y el cuerpo responde con una sinfonía de palpitaciones y sudoración. Pero, ¿por qué este baile desenfrenado? Comprender el funcionamiento interno es clave para desentrañar el misterio. Aunque la amígdala es poderosa, no es invencible. Podemos influir en sus movimientos a través de la respiración consciente, la relajación y la atención plena, volviendo a ese baile lento de ballet. Modificar la melodía que ella dicta nos permite redirigir la coreografía hacia una armonía más serena.
Como protagonistas de nuestra propia historia, debemos aprender a reconocer los patrones de este baile ansioso. Observemos los giros y piruetas del pensamiento, identifiquemos los momentos en los que la ansiedad busca apoderarse del escenario y, con valentía, cambiemos la partitura. Recordemos que no estamos solos en este baile. Muchos comparten este escenario mental, enfrentando desafíos similares. Compartir con un profesional nuestras experiencias y estrategias, puede ser el foco que nos marque el ritmo.
Entender la compleja danza del cerebro no solo nos empodera, sino que también nos conecta en nuestra manera de funcionar. En este escenario mental, cada uno de nosotros es tanto el coreógrafo como la audiencia, capaces de transformar la ansiedad en un baile de resiliencia y autenticidad. Si quieres identificar los pasos de tu propio baile, ponte en contacto conmigo y analizamos juntos la coreografía de tu cerebro.